Intelectuales e inicios del deporte

Generalmente, su postura hacia el ejercicio físico y el espíritu deportivo fue favorable; pero fue, en cambio, crítico con lo que en el deporte pudiera haber de práctica desaforada, espectáculo fanatizador  y exageración. Fue en las sociedades más avanzadas, donde antes apareció el nuevo fenómeno, creándose una cierta democratización en forma de espectáculos deportivos masivos, a los que asistían diferentes sectores sociales, todavía claramente separados en otros ámbitos de la vida  como la  música, el teatro, la lectura, los restaurantes, etc. Todas las clases sociales se daban cita en los estadios deportivos como espectadores.

Ramiro de Maeztu, Torcuato Luca de Tena, Emilia Pardo Bazán, José Francos Rodríguez, Ramón Pérez de Ayala, se mostraron partidarios del deporte. Lo hicieron mediante artículos y comentarios escritos en diarios y revistas especializadas que comprende casi medio millar de obras de literatura española de creación, compuestas entre 1893 y 1998.

Los años veinte fueron especialmente prolíficos en la producción “literario-deportiva”: así, se escribieron poemas como Proverbios y cantares (1912) y Alerta (1924) de Antonio Machado; Fábula deportiva (1928) de Jorge Guillén; Oda a Platko (1928) de Rafael Alberti; Retrato (1928) de Vicente Alexandre; Elegía al guardameta, Bella y marítima (1928) de Miguel Hernández; Ajedrez (1921) y Desenlace (1932) de Gerardo Diego. En prosa: el relato de Francisco Ayala, El boxeador y un ángel (1928) y la novela de Enrique Jardiel Poncela, La tournée de Dios (1932). Pero, sobre todo, fue en el ensayo donde más y mejor se abordó el tema deportivo: Ramón Gómez de la Serna con Antonio Ruiz la extraordinaria vida del Campeón de Europa (1927); Gregorio Marañón, Sexo, trabajo y deporte (1929); José María de Cossío, Notas de un club de natación (1929) y Jacinto Miquelarena en Stadium (1934).

Por su parte, los escritores y artistas vanguardistas catalanes defendieron el deporte ante los antiguos postulados academicistas. Salvador Dalí, que en 1921 y 1922 pintó algunos cuadros con motivos deportivos (Retrato del meta Miravitlles y Les fires de Figueres) y firmó el Manifiesto antiartístico catalán, donde se hacía apología del deporte: “Afirmamos que los sportmen están más próximos al espíritu de Grecia que nuestros intelectuales”.

Pero si hubo tres personalidades que pensaron y escribieron  sobre el deporte fueron: Ramón y Cajal, Unamuno y Ortega y Gasset.

Nuestro premio Nobel en medicina, Santiago Ramón y Cajal, dejó  escritas sabias opiniones sobre la práctica deportiva  (El mundo visto a los ochenta  años, etc.). Miguel de Unamuno no dejó de verter ácidas críticas hacia la exageración deportiva en numerosos artículos para la prensa,  mientras alababa el ejercicio en la naturaleza entre otras actividades. Por último, José Ortega y Gasset, nuestro filósofo más influente y  universal, dedicó, no poco tiempo, a analizar el deporte en diversos ensayos (el origen deportivo del Estado, Paisaje utilitario, paisaje deportivo, la deshumanización del arte).

A estas tres personalidades que tanto influyeron en la cultura y la vida española de entre siglos y a su forma de valorar y  entender el hecho deportivo, dedicaremos próximos capítulos.