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Eduardo Blanco, presidente de la Federación de Asociaciones de Gestores del Deporte de España (FAGDE)
25/08/2020 Un virus que daña al deporte
La crisis sanitaria provocada por un virus apodado Covid-19 no dejará a nadie inalterable y las consecuencias presagian un futuro económico incierto. Sin embargo, esto no debe impedir que nos preguntemos en qué y cómo perjudicará la crisis al sistema deportivo de España. Creo que se debe plantear, ante todo, un Plan Especial de Ayuda al Deporte.
Se trata de un sistema diversificado que comprende sectores tan diferentes como la “industria del deporte” o los clubes que forman parte del tejido asociativo del deporte. Esa industria deportiva donde confluyen las ligas profesionales de fútbol y baloncesto, grandes clubes y sociedades anónimas deportivas, junto con las federaciones de mayor capacidad económica, y que comprende también los eventos internacionales suspendidos como los Juegos Olímpicos. Sin duda, esta industria del deporte tendrá pérdidas millonarias y tendrá que hacer frente a esta circunstancia adversa, pero seguro que lo hará con más capacidad y recursos económicos que otros sectores del deporte. Tenemos, por otro lado, un sector público del deporte que ha tenido un crecimiento extraordinario en los últimos 40 años. Nos referimos a los servicios deportivos municipales que pueden verse afectados, si sufren un recorte significativo de sus presupuestos como ya ocurrió en la anterior crisis económica de 2008. Además de no cuidar sus instalaciones, no podrán ayudar alas pequeñas asociaciones y clubes de su ámbito territorial que serán los más perjudicados, pues la gestión de patrocinadores y publicidad también se verá mermada por el impacto económico que afecta a las empresas. Las asociaciones deportivas que tienen instalaciones propias, que forman parte de ese tercer sector caracterizado por no tener ánimo de lucro y que tienen una amplia masa social, se han visto en la obligación de suspender toda su actividad y tampoco lo tendrán fácil. No podrán pagar los salarios de sus trabajadores o asumir los costes de mantenimiento y demás servicios que requieren sus instalaciones deportivas. Situación similar la tendrán pequeñas y medianas empresas de servicios deportivos, como los gimnasios “tradicionales” o los centros deportivos privados que forman parte de esa otra “industria del fitness” que han tenido que echar el candado a sus instalaciones y confinar su fuente de ingresos. Y este escenario no se solventa solo con simples expedientes reguladores temporales de empleo. Un panorama menos sombrío, aunque problemático, parece que tendrán las PYMES y grandes empresas con contratos de servicios o concesiones municipales, salvo que sus recursos provengan en parte o en su totalidad de las cuotas de los usuarios. Estas podrán continuar pagando el salario de su personal al continuar vigente su contrato con la administración pública. El deporte en su conjunto representa actualmente un porcentaje significativo del PIB y del empleo, existiendo también indicadores que muestran que la actividad física y deportiva recibe muchos menos recursos económicos de los presupuestos públicos que los ingresos tributarios que recauda el Estado de dicho sector. Si se pone en marcha, como ya se viene hablando, una especie de “Plan Marshall”, la estructura y organización del deporte en su ámbito público y privado no puede quedarse fuera del mismo o que se reduzca a medidas que socorran únicamente a las federaciones deportivas o al deporte de alto nivel. Se debe plantear un Plan Especial de Ayuda al Deporte que exige, en primer lugar, escuchar a los sectores deportivos perjudicados y, además, coordinación de los recursos públicos y complicidad del Gobierno de España, las Comunidades Autónomas y las Diputaciones Provinciales, para que se implemente un verdadero apoyo al deporte en sus diversas y diferentes manifestaciones y realidades. Eduardo Blanco, presidente de la Federación de Asociaciones de Gestores del Deporte de España (FAGDE)
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