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Mª José Canales
19/11/2012 Psicología: La orientación clínica
Existen algunas cuestiones relacionadas al rol del psicólogo deportivo que siguen suscitando debates. Uno de los temas centrales estaría relacionado con el valor clínico que la actividad de este profesional médico puede implicar. Una pregunta usual sería si un mismo especialista puede desempeñar funciones del psicólogo deportivo y del clínico.
El punto de partida ante un deportista que presenta un trastorno psicológico es decidir si este asunto debe asumirlo el psicólogo deportivo (en el supuesto de que exista dicha figura en el club al que pertenece dicho deportista) o, por el contrario, es preferible remitirlo a un profesional, especializado en clínica. En general, los psicólogos del deporte han aceptado la preponderancia del papel consultivo y formativo, abandonando la concepción clínica. Pero puede suceder que algún deportista presente problemas que excedan el ámbito deportivo, ante lo cual, es el psicólogo deportivo quien debe decidir si interviene, en el caso de que cuente con los conocimientos necesarios en clínica, o derive a otro profesional especializado. El carácter estresante de la actividad deportiva de competición, propicia que los deportistas sean personas vulnerables a desarrollar trastornos psicopatológicos. La enorme responsabilidad deportiva, social y personal, la elevada autoexigencia de rendimiento, una evaluación social muy acusada, y la falta de ayuda profesional en un momento dado pueden favorecer la aparición de un estado de ansiedad e indefensión hace que el deportista sea vulnerable a desarrollar trastornos psicopatológicos que afectarán tanto a su rendimiento como a su salud mental. Todos estos factores pueden dar lugar a la aparición de diversos trastornos de cierta gravedad como depresión, estrés, fobias, problemas de personalidad o desordenes alimentarios. La solución en estos casos es realizar una intervención psicológica de carácter clínico. Pero también, muchos deportistas presentan pequeñas disfunciones (cognitivas, emocionales o conductuales) que en otras personas tendrían escasa importancia, pero que en ellos pueden desempeñar un papel crucial, por su potencial repercusión sobre el rendimiento deportivo, ya que se le exige niveles óptimos, tanto en el plano físico, técnico como en el psicológico. Por lo que, desde ese punto de vista, convendría también considerar el aspecto clínico. Muchas de estas alteraciones requieren un trabajo psicológico muy específico. En este sentido pueden encontrarse deportistas con un déficit motivacional que es uno delos síntomas de un posible estado de depresión y que, por tanto, no se resolvería con una “charla motivadora”, sino que requeriría la intervención clínica correspondiente. O, en sentido opuesto, excesos de motivación que conllevan sobreentrenamientos, bajo los que subyace una insuficiente percepción de control sobre las demandas deportivas. Al igual que, la conducta del deportista ante “lesiones inexistentes”, pueden encubrir un comportamiento de evitación, cuestión que habrá de evaluarse con sumo cuidado. Estos problemas requieren que el psicólogo está especialmente cualificado para llevara cabo intervenciones de carácter cognitivo, sin incurrir en superficialidades, que suelen divulgarse como “esencialmente deportivas”. Una reestructuración cognitiva es un proceso bastante más complejo que “razonar y persuadir” al deportista para que cambie su forma de pensar. Una vez conocida la existencia de estas alteraciones es necesario que el tratamiento de las mismas las realice un psicólogo especializado que puede ser el mismo psicólogo del deporte , si tienen conocimientos de psicología clínica y ejerce también como psicólogo clínico. De todas maneras no tiene por que ser el mismo profesional y de hecho la mayor parte de los casos los deportistas prefieren ser tratados por psicólogos externos asegurándose así una mayor confidencialidad. De tal manera que el psicólogo deportivo se dedicaría a la prevención y el psicólogo clínico al tratamiento. Tanto el psicólogo deportivo como el clínico juegan un papel imprescindible a la hora de trabajar con deportistas que sufren algún tipo de trastorno psicopatológico. Ambos profesionales deberían trabajar conjuntamente acercándose cada uno de ellos al campo de conocimientos del otro. El psicólogo deportivo necesitaría de los conocimientos en psicología clínica para poder realizar el trabajo de prevención y detección de las alteraciones psicopatologicas. Y el psicólogo clínico necesita hacer una aproximación a la psicología deportiva para comprender el funcionamiento cotidiano al que están expuestos los deportistas, las exigencias del rendimiento deportivo, el entorno en que se desenvuelven, conocer los recursos del medio deportivo que podrían ayudar en el tratamiento, identificar síntomas particulares de esta población y decidir que tipo de intervenciones adecua mejor. Mª José Canales, psicóloga clínica (www.psico-terapia.com)
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