Asociacionismo Deportivo (I)

Recientemente, Jaime Lissavetzky, Secretario de Estado para el Deporte, ha presentado en el CSD la encuesta de hábitos deportivos de España 2010, proyecto pionero y referente de la práctica deportiva y sus tendencias en la sociedad española. El estudio se viene realizando cada cinco años, desde 1980, por el Centro de Investigaciones Sociológicas y financiado por el Consejo.

Varias son las conclusiones del estudio. De entre ellas me quedaré con la que es objeto de esta reflexión: que la práctica físico deportiva se realiza cada vez más de forma individualizada o, lo que es lo mismo, que el ciudadano tiende cada vez a asociarse menos para realizar actividad física.

El deporte en estos inicios del siglo XXI ha pasado por muy diversas etapas que han hecho posible nuestra actual vertebración deportiva, consecuencia de un gran esfuerzo realizado en los últimos 30 años en construcción de equipamientos deportivos públicos y privados, así como de dotarlos de contenidos con una oferta de actividad físico deportiva, que ha posibilitado que la práctica paulatinamente vaya aumentando.

A todo ello debemos identificar que uno de los activos de la sociedad deportiva española ha sido y es la gran variedad de actividades de tiempo libre existentes, modelos o fórmulas de practicarlas y la propia capacidad de quien las realiza.

En un país como el nuestro, donde la participación en asociaciones, bien políticas, sindicales, culturales, deportivas…, sigue estando por debajo a la de países de nuestro entorno socio económico, será preciso dar un impulso decidido tanto desde las instituciones públicas como de las voluntarias para que el deporte, su gestión y el pleno desarrollo del mismo sea un ejercicio abierto, progresista y plural, rasgo característico de cualquier sociedad moderna.

La participación en clubes, asociaciones, agrupaciones deportivas…, es uno de los signos que determinan un proyecto deportivo vivo y consolidado, pero para que esta participación sea efectiva es necesario dotarla de resortes y medidas que sean capaces de dinamizarla.

Sin menospreciar la practica libre e individualizada, articular esta participación en grupos o colectivos debiera ser el eje central de políticas deportivas eficientes y eficaces, aplicando mecanismos correctores desde las administraciones públicas y desde sus propias competencias (locales, autonómicas, estatales) que fortaleciera nuestro asociacionismo deportivo y que hiciéramos de él una herramienta en el desarrollo deportivo futuro.

Antonio Montalvo de Lamo, Subdirector General Adjunto del Consejo Superior de Deportes