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Gema Sancho, psicóloga y coach educativa, deportiva y laboral (https://gemasancho.com/)

17/03/2020

Cómo afrontar la crisis sanitaria

Cómo afrontar la crisis sanitaria La crisis sanitaria provocada por el coronavirus COVID-19 está suponiendo, para todos, una situación altamente estresante. Sin embargo, las implicaciones emocionales variarán enormemente de unas personas a otras. El estrés es una respuesta adaptativa del organismo a las demandas internas o externas que en principio resultan amenazantes.

Por tanto, el estrés puede resultar positivo, ya que moviliza a las personas para el afrontamiento de estas situaciones. Sin embargo, un estrés mantenido en el tiempo, la exposición a alguna situación muy impactante, la falta de recursos personales para hacerle frente o la percepción de que no se poseen estos recursos, puede perjudicar el rendimiento y la salud de las personas. Las implicaciones emocionales de la situación estresante que estamos viviendo en estos momentos dependerán, por tanto, de la interacción entre esta situación (y otras implicaciones situacionales que esté provocando en cada caso) y las características personales de cada individuo.

Las características que contribuyen a percibir esta situación como estresante son:

- La amenaza a la salud de las personas, es decir, a su seguridad.
- El cambio o novedad, ya que implica demandas nuevas a las que es necesario adaptarse.
- La falta de predictibilidad. No saber cuándo ocurrirán los acontecimientos.
- La incertidumbre. Saber si ocurrirá o no.
- La ambigüedad en cuanto a la frecuencia, duración e intensidad.
- La incontrolabilidad. La persona siente que no puede hacer nada o no sabe cómo actuar.
- Supone la restricción de la actividad normal.

Sin embargo, el impacto que provocará esta situación en cada uno de nosotros dependerá en gran parte de la valoración que hagamos de la situación, así como de la valoración de los recursos personales que tenemos para hacerle frente.

Esta tendrá que ver con los patrones habituales de conducta, los valores personales, las creencias, las actitudes, y los estilos de afrontamiento. Personas con patrones de conducta Tipo-A, con sus componentes de competitividad, impaciencia y hostilidad (especialmente este último), y con valores, creencias y actitudes rígidas, irracionales y disfuncionales, valorarán de manera mucho más amenazante la situación estresante, con lo que el estrés será en ellas más perjudicial.

En cuanto a las estrategias de afrontamiento, las de evitación, las de pensamiento desiderativo (que surge de los deseos y no de la observación de la realidad), las de autocrítica y las de retirada social aumentarán la vulnerabilidad al estrés.

Las estrategias más positivas serán las que conlleven un afrontamiento activo de la situación. Entre ellas podemos señalar las siguientes:

- Centradas en el problema: Resolución de problemas y reestructuración cognitiva.
- Centradas en la emoción: Apoyo social y expresión emocional

Sabemos que el estrés provoca un aumento de la activación, aunque en determinados casos también puede provocar una disminución de la activación general (depresión). El aumento de la activación se puede ver reflejado en síntomas de ansiedad (miedo anticipatorio de algo que no podemos saber si va a ocurrir) y de hostilidad (irritabilidad, enfado, agresividad), muy perjudiciales para la salud. Además, el estrés influye negativamente en el sistema inmunológico, cardiovascular y endocrino.

Por tanto, es muy importante tratar de afrontar esta situación de manera que consigamos manejar el estrés asociado a la misma.

Teniendo en cuenta las estrategias de afrontamiento positivas, podríamos establecer ciertas pautas para poder hacer frente a la situación en la que nos encontramos:

- Darnos cuenta de que sí hay cosas que podemos hacer (quedarnos en casa, usar mascarilla y guantes si debemos salir, lavarnos las manos, mantener la distancia de seguridad con otras personas, etc.).
- Aceptar que la situación a la que nos enfrentamos requiere un cambio en nuestras rutinas diarias.
- Establecer nuevas rutinas y horarios, que incluyan actividades de placer, descanso y deber. Los tres tipos de actividades son necesarios.
- Paliar el aumento de activación con la realización de ejercicio físico (en casa también se puede) o mediante técnicas de relajación.
- Evitar los pensamientos constantes de preocupación mediante la distracción o la realización de actividades, centrándonos en el aquí y el ahora (mindfulness).
- Mantenernos en contacto (por teléfono, redes sociales, etc) con amigos y familiares con los que poder hablar y expresar los sentimientos y preocupaciones.

La percepción de control que supone manejar estos pequeños aspectos contribuirá a percibir la situación como menos estresante. En cualquier caso, si consideras que te supera o que no tienes los recursos necesarios para afrontarla, pide ayuda. Pedir ayuda también es una manera de afrontar activamente las situaciones.

Gema Sancho, psicóloga y coach educativa, deportiva y laboral (https://gemasancho.com/)

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