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Ángel López Pérez, entrenador de Fútbol
30/05/2017 Manchester nunca perderá su magia
El pasado verano salí de Leganés y me vine a vivir a Manchester en busca de oportunidades y vaya si las encontré. Después de ocho temporadas en La Liga y mi paso por la superliga China y por el fútbol rumano, decidí echarme la mochila al hombro para cumplir el objetivo de trabajar en la cuna del fútbol, en el país donde nació el deporte de los deportes.
Elegí Manchester por la cantidad de equipos de fútbol que hay, no sólo de la Premier League, sino a niveles más inferiores en todos sus alrededores. Desde un inicio sentí algo especial en esta ciudad, acogedora, manejable, trabajadora y luchadora, sede de la revolución industrial y que ha cambiado la historia y se ha comido literalmente a sus ciudades vecinas en todos los ámbitos de importancia a base del esfuerzo y sacrificio de su gente. Pero si hay algo que me enamoró fue el ritmo de vida que tiene, decidí alquilarme un piso en todo el centro para no perderme nada y poder disfrutar al máximo de la experiencia que en principio era para tres meses. Hay gente a todas horas, esta ciudad no duerme, no descansa, hay gente de todo tipo de estilo, cultura y religión, es un pueblo donde todo el mundo es aceptado, donde tienes un sentimiento de libertad pleno, nadie mira raro a nadie porque no hay reglas, todo está bien en Manchester, siempre vas bien vestido, vayas de traje o con los pantalones rotos, siempre estás a la moda. Lo primero que hice fue hacerme amigo de mis compañeros de la academia de inglés, todos de Arabia Saudí y Kuwait. Lo cierto es que no me quedó ninguna duda de nuestra influencia árabe y que sus antepasados habitaran en nuestra península, multitud de similitudes y un trato estupendo en todo momento, nuestra relación no se quedó en compartir pupitre, salimos juntos a comer, a ver partidos de fútbol, ciudades vecinas… ellos disfrutan en Manchester cada día y lo quieren desde lo más profundo. Tras mucho movimiento de curriculum, algunas entrevistas y una defensa pública de mi proyecto sobre metodología del fútbol español en el Reino Unido en el Instituto Cervantes de Manchester, éste fue aceptado y empecé a trabajar allí el pasado mes de enero. Tuvo tal repercusión que sólo en el primer mes superó todas las expectativas puestas en el mismo y gracias al cual recibí una oferta irrechazable para trabajar en Dubai, en el Al Shabab de la primera división de Emiratos Árabes Unidos. Mis compañeros de clase se emocionaron, me iba a su cultura, a su tierra y lo mejor que todo el tiempo que había pasado con ellos me ayudaría a entenderlo todo. Una vez terminada la liga en Dubai regreso a Manchester, dos días antes del atentado. Todo sigue exactamente igual, han pasado unos meses y Manchester me recibe lloviendo como debe ser, apenas tengo tiempo de visitar a unos amigos porque debo hacer un viaje relámpago a Madrid, salgo de Manchester unas horas antes de la tragedia y regreso unas horas después. No dudo en coger el avión y salir de vuelta para allá a pesar de lo ocurrido, paso todos los controles del aeropuerto con normalidad, sin ninguna medida especial, la ciudad quiere demostrar que sigue, que nada puede con ellos, cojo el tren y llego a la estación de Picadilly, la nube de periodistas es inimaginable, cientos y cientos por todas partes, policías cada 30 metros, pero lo más triste es no ver ese ritmo de vida que tiene esta ciudad, poca gente por las calles, muchos sitios cerrados, concentraciones de gente en la plaza del Ayuntamiento, mucha gente llorando. Intento acercarme al Manchester Arena, pero tienen un cordón policial que lo impide desde cualquier punto más o menos cercano. Aún así lo veo a unos 300 metros, sólo quería estar un poco más cerca de las víctimas, intentar buscar un explicación a algo que no la tiene. Solemos calificar de frío al pueblo inglés, pues bien no hay lección más cálida que la que he podido ver estos días, las muestras de ayuda y apoyo a las víctimas han roto todas las estadísticas, la profesionalidad, seriedad, organización y disciplina con la que se ha levantado este pueblo es digno de admiración, han pasado unos días, ya no somos noticia y todo vuelve a la normalidad. Manchester no olvidará a sus víctimas, seguirá su camino dando acogida a miles de personas (desde el Instituto Cervantes se estima que hay unos 21.000 españoles) con el dolor en su corazón, pero que nadie dude que jamás conseguirán que este pueblo pierda su esencia, el pueblo donde los sueños se cumplen. Ángel López Pérez, entrenador de Fútbol
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