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Estudio de la Universidad de Sydney (Australia)

02/11/2018

Caminar rápido disminuye el riesgo de mortalidad hasta en un 20%

Caminar rápido disminuye el riesgo de mortalidad hasta en un 20% Una investigación de la Universidad de Sydney (Australia) indica que incrementar la intensidad al caminar disminuye el riesgo de mortalidad, por cualquier causa, entre un 20% y un 24 %, incluyendo el fallecimiento por causas cardiovasculares.

El trabajo, publicado en la revista especializada de medicina deportiva “British Journal of Sports Medicine”, analizó los resultados obtenidos de 50.000 personas, tomados entre los años 1994 y 2008, en relación con la mortalidad en general y, en concreto, con las muertes cardiovasculares o por cáncer. Se compararon las ventajas que proporcionaba andar a distinta intensidad, comprobando que caminar a un ritmo alto disminuía el riesgo de muerte entre un 20% y un 24%.

La mortalidad por dolencias cardiovasculares (un tercio de ellas) se reducía entre el 21% y el 24%. Con el fallecimiento por cáncer, no se reportaron beneficios apreciables, aunque los investigadores creen que hay que afinar la búsqueda para detectar más ventajas. Tampoco hubo grandes diferencias entre ir moderadamente rápido y muy rápido. Esto se debe a que, probablemente, las personas que caminan con más intensidad están más en forma y ya estaban protegidas por su hábito.

Los investigadores también observaron mayores beneficios y una reducción de los decesos más evidente a partir de los 50 años, mientras que no fue tan apreciable por debajo de esta edad. 

Según los expertos, “el ritmo de la marcha puede ser un indicador de menor riesgo de mortalidad, un factor causal, o ambos”. Sin embargo, vistos los resultados de la investigación y dado que caminar se considera hoy “una piedra angular para la salud pública”, sería interesante proponer a la población subir el ritmo del paseo cuando no es fácil aumentar su duración o la frecuencia.

Para que la caminata sea efectiva, la mínima actividad física debe ser de diez minutos, pero sumando al día al menos 30, seguidos o en paquetes de diez, del mismo modo que se debe invertir 150 minutos semanales. Si el objetivo es adelgazar, hay que caminar más tiempo, ya que lo primero que se consume cuando nos ponemos en marcha son los carbohidratos, después las proteínas y lo último las grasas, que se empiezan a quemar a partir de la media hora. Si se pasa a un ejercicio intenso (correr, por ejemplo) el mínimo semanal necesario para que haya beneficio es de 75 minutos.

Las conclusiones destacan que se produce un abandono de la práctica del ejercicio físico muy notable a partir de los 20 años en hombres y de los 15 en mujeres. Por otro lado, las mujeres mayores de 65 años han aumentado su actividad física desde el año 2005, igualando el nivel del género masculino. Los datos reflejan que el sedentarismo ha pasado del 54% en 1999, al 33% en el 2005 para ambos sexos.

Roberto Elosua (investigador del IMIM, CIBERCV y UVic-UCC) explica que “en nuestro registro de Girona, el Regicor, que desde 1978 analiza los problemas cardiovasculares de 13.000 personas y la relación con sus hábitos, observamos cómo el beneficio fundamental en la salud cardiovascular se produce cuando se empieza a gastar, al dejar de ser sedentario”. 

El experto asegura que subir el ritmo es fundamental, sobre todo, en las personas que no caminan con demasiada frecuencia ni cumplen la recomendación de realizar 30 minutos de actividad física al día: Explicó que “a los diez minutos ya se ponen en marcha los mecanismos metabólicos que mejoran, por ejemplo, los niveles de colesterol (que forma parte de del organismo, no es nada adquirido) que la falta de actividad ayuda a desequilibrar”. En ese mismo espacio de tiempo ya mejoran el metabolismo de los carbohidratos y de los azúcares, cuyo desajuste favorece la diabetes.

Las reacciones activadas en el organismo en esos primeros diez minutos también son antiinflamatorias, aún más con ejercicio regular. Elosua concluyó que “después de correr, por ejemplo, todo está dolorido e inflamado, así que el cuerpo pone en marcha mecanismos antiinflamatorios. Caminar regularmente entrena al cuerpo en esa reacción. Y la inflamación está relacionada tanto con la enfermedad cardiovascular como con el cáncer”.

Para acceder al estudio (en inglés), pinche aquí.

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