Deporte, del derecho a la necesidad

La Carta Europea del Deporte para Todos (Bruselas 1975) decía en su primer artículo que “todo el mundo tiene derecho a la práctica deportiva”. Aquel documento, ya viejo, fue el "starter" de la revolución deportiva de finales de los 70, que culminaba la más amplia revolución cultural que, diez años antes, había tenido su epicentro en París en mayo del 68.

De la “universidad para todos”, o “cultura para todos”, habíamos  llegado al “deporte para todos”. Además, la reivindicación callejera que pretendía transformar en derechos los privilegios había llegado, al menos en el caso del deporte, a ver firmado por 21 países, de lo que entonces se denominaba  Consejo de  Europea, el documento que definía el derecho: “todo el mundo tiene derecho a la práctica deportiva”.

Pero los derechos, después de conquistados, se asumen, y el derecho al deporte promulgado en la citada Carta, hace casi 40 años, hoy está, no sólo asumido, sino además ejercido por más del 40 % de la población.

En la segunda década del siglo XXI, nuestra sociedad no se cuestiona el derecho al deporte, sino más bien  la imperiosa necesidad de ejercerlo.

En los tiempos que vivimos, el  equilibrio financiero de los estados parece precisar de apretar las tuercas de cada posible ingreso y de revisar la pertinencia  de cada gasto.  Y, de tales precisiones presupuestarias no se libra el deporte, que ha visto como el IVA  a aplicar, por su consumo y práctica, ha pasado del 8 al 21%.

La sanidad, con presupuestos disparados, se ve con la obligación, no sólo de buscar fórmulas de copagos, sino además de encontrar vías “innovadoras de salud pública”, que minoren sus necesidades de intervención. Los nocivos efectos del sedentarismo se han colocado en la diana de la atención del sistema sanitario: necesitamos una sociedad menos tensa, obesa o dependiente. Precisamos de una sociedad más autónoma, optimista, sana y activa.

Hoy la deportivización ciudadana ha sobrepasado el status de derecho, para convertirse en una necesidad.

Luis V. Solar Cubillas (presidente de FAGDE) y Boni Teruelo Ferreras (gerente de FAGDE)