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Estudio de la Universidad de Vigo
29/11/2018 El ejercicio y la dieta saludable mejoran el rendimiento académico
Un estudio realizado por Natalia Abalde Amoedo, alumna de la Universidad de Vigo, indica que el ejercicio y la dieta saludable mejoran el rendimiento académico. También determina que los jóvenes que no desayunan tienen peores notas y pesan más.
El trabajo, que ha sido tutelado por Margarita Pino Juste (profesora de la Universidad de Vigo) y está enmarcado en el grupo de investigación GIES10, implicó a 844 adolescentes gallegos, desde los 11 hasta los 18 años, de diferentes colegios públicos y concertados de cinco municipios. Según afirma Natalia Abalde (graduada en Educación Primaria, con un máster en Psicología Aplicada y profesora de la UNED y la Universidad Internacional de La Rioja), el objetivo era “analizar la influencia del nivel de actividad física y la adherencia a la dieta mediterránea, una de las más equilibradas y saludables que existen, en el rendimiento, fijándonos en la nota media del curso anterior. Y los resultados revelan que hay una relación entre las tres variables”. Abalde destaca que “cuanto más elevada es la calidad de la alimentación mejor es el rendimiento de los alumnos en cuanto a sus calificaciones. Y, en el caso de la actividad física, aunque no encontramos esta relación de forma directa en la muestra analizada, sí la hallamos entre el índice de masa corporal y las notas. Y ese índice está influenciado de forma directa por el nivel de actividad física. Así que una buena alimentación y niveles de actividad elevados se traducen en mejor rendimiento académico”. Otra de las conclusiones obtenidas fue la importancia del desayuno en la salud de los adolescentes: “En concordancia con otros estudios, el nuestro determina que los alumnos que no desayunan presentan un menor rendimiento académico e incluso un mayor índice de masa corporal”. Para la experta, el trabajo demuestra que “la actividad física mejora los niveles de atención y concentración, además de reducir los niveles de ansiedad, estrés y depresión, lo que influye directamente en el rendimiento”. Sus resultados revelan que la alimentación de los adolescentes gallegos tiene una “calidad intermedia”. Los alumnos que más se ajustan a los patrones saludables de la dieta mediterránea son los que practican deporte, los de menor edad de la muestra y, curiosamente, los que viven en el medio urbano. Abalde explica que “aunque en el rural quizá el acceso a alimentos de calidad es más sencillo, las proporciones no son las adecuadas, son dietas más desequilibradas o calóricas. Una de las claves en estos resultados sería, además de una mayor concienciación de los padres, el papel fundamental que juegan los comedores de colegios e institutos en las ciudades”. Respecto a la práctica de ejercicio físico en general, los valores obtenidos de la muestra analizada son bajos: “Tal y como advierten organizaciones internacionales como la Organización Mundial de la Salud o, en nuestro país, el Ministerio de Cultura y Deporte, los niveles de actividad física son preocupantes. Los hábitos en estas etapas son cruciales porque afectan a la vida adulta, por eso es importante adquirirlos desde pequeños. La inactividad y la mala alimentación son algunos de los principales causantes de la obesidad infantil y adolescente, que a su vez es un predictor de la obesidad en la etapa adulta, que está asociada a muchas enfermedades no transmisibles”. La actividad deportiva disminuye en el caso de las alumnas y en los dos géneros a medida que va aumentando la edad. Según la autora del estudio, “en los cursos superiores la carga académica es mayor y, en muchas ocasiones, los alumnos dejan de practicar deportes o actividades extraescolares. También hay un cambio de hábitos hacia prácticas más sedentarias, por ejemplo, las relacionadas con el ordenador, videojuegos o redes sociales. Las niñas en general presentan valores menores de actividad física. En los recreos, de forma general, se observa que los niños están jugando y ellas se relacionan en corrillos”. De ahí, el interés de este tipo de análisis científicos para la puesta en marcha de medidas que incentiven prácticas más saludables ajustadas a las diferentes realidades y, por tanto, más efectivas: “Tiene que ser una cuestión de todos. En los centros escolares hay programas para mejorar hábitos y concienciar a familias y alumnos, pero esta investigación demuestra que los niveles de actividad física siguen siendo bajos. Invertir en una buena alimentación y en ejercicio es invertir en salud y calidad de vida”. Natalia Abalde concluye que su idea es “seguir profundizando en el porqué de estas relaciones que ya sabemos que existen para intentar mejorar en todo lo que esté en nuestro alcance, tanto la salud como el rendimiento académico de los adolescentes". Para acceder al estudio, pinche aquí. Munideporte.com
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