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Estudio de la Facultad de Medicina Albert Einstein

31/05/2018

Realizar ejercicio físico vigoroso ayuda a disminuir el apetito

Realizar ejercicio físico vigoroso ayuda a disminuir el apetito Investigadores de la Facultad de Medicina Albert Einstein (Nueva York) han comprobado que el ejercicio vigoroso disminuye el apetito. Los resultados del estudio, publicado en la revista PLOS Biology, muestran que la actividad física eleva la temperatura del cerebro y activa las neuronas de la zona del hipotálamo responsable de regular el hambre.

Young-Hwan (director de la investigación) explicó que “nuestros resultados refuerzan la hipótesis de que las células del núcleo arcuato del hipotálamo tienen la capacidad no solo de responder a las hormonas y los nutrientes, sino también a la temperatura. Así, creemos que estas células juegan un papel en la supresión de ingesta de alimentos en respuesta al ejercicio”.

Ya se conocía que, entre otros beneficios, el ejercicio vigoroso suprime el apetito a largo plazo. Los mecanismos fisiológicos que se encuentran detrás de esta asociación aún no han podido ser revelados. 

Los autores creen que el hipotálamo (la región cerebral que recibe muchos tipos diferentes de señales de todo el cuerpo entre otras, las hormonas, los nutrientes y la temperatura, para producir una respuesta homeostática como sería el comer) podría jugar un papel importante en esta supresión de la ingesta inducida por el ejercicio. Más concretamente, este efecto estaría mediado por el núcleo arcuato o infundibular del hipotálamo, que entre otras funciones participa en la regulación de la saciedad.

Para ello, las neuronas de este núcleo arcuato deberían contar con un sensor de temperatura, que sí poseen el resto de células de esta región cerebral. Así, el ejercicio subiría la temperatura del hipotálamo y las neuronas del núcleo, con lo que, al detectar este incremento de calor a través del receptor similar al TRPV1, se activarían dando como resultado la sensación de saciedad. La cuestión recae en saber si estas células poseen este receptor o no. 

En este trabajo, los científicos observaron que las neuronas de la parte del hipotálamo responsable de la supresión de la ingesta de alimentos expresan un receptor similar al TRPV1. Asimismo, las neuronas aumentan su actividad cuando detectan una elevación de la temperatura. 

Para llevarlo a cabo, se utilizaron ratones, a los que administraron capsaicina (el principio activo de las guidillas) y observaron que activó este receptor de las neuronas del núcleo arcuato. Esto provocó que los animales redujeran considerablemente su ingesta de comida durante más de 12 horas. 

En otro experimento, sometieron a los roedores a un ejercicio intenso durante 40 minutos. Observaron un incremento de la temperatura en el hipotálamo durante los primeros 20 minutos de ejercicio y esta temperatura permaneció elevada durante más de una hora. Los animales redujeron en más de la mitad y de forma espontánea su ingesta de alimentos. 

El informe concluyó que el ejercicio sube la temperatura del hipotálamo y provoca que comamos menos. Una respuesta que, como explicó Young-Hwan, “puede ser prevenida mediante el bloqueo del receptor similar a TRPV1 con un antagonista químico o previniendo su expresión genética”.

Para acceder al estudio (en inglés), pinche aquí.

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