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Estudio de la Universidad Vita-Salute San Raffaele
29/08/2017 El ejercicio mejora la capacidad para el aprendizaje de un nuevo idioma
Una investigación de la Universidad Vita-Salute San Raffaele de Italia señala que el aprendizaje de un nuevo idioma mejora al combinarlo con ejercicio físico. Los efectos a nivel neurológico de la práctica deportiva mejoran la plasticidad del cerebro e incrementan la habilidad de aprender. Recomiendan incluir sesiones de actividad durante las clases lectivas.
El trabajo, publicado en la revista científica PLOS One, refuerza la idea de que para activar el trabajo mental, puede ser efectivo mover el cuerpo. Los resultados muestran que, al ejercitarse durante una clase de idiomas, se amplía considerablemente la capacidad de memorizar, retener y entender un vocabulario nuevo. El aprendizaje de un idioma es abordado por casi todas las personas al introducirse en el conocimiento de la lengua materna. Pero no es enseñada de manera formal, simplemente es absorbida. Sin embargo, en la edad adulta, el cerebro pierde algunas de sus capacidades innatas para el lenguaje. Tiene menos plasticidad en las áreas relacionadas con la lengua y, para la mayoría de las personas, es más difícil aprender un segundo idioma después de la infancia. Para analizar qué efectos podría tener el ejercicio en este proceso, los investigadores de China e Italia que participaron reclutaron a 40 estudiantes universitarios de nacionalidad china que intentaban aprender inglés. Los dividieron en dos grupos. En uno siguieron aprendiendo inglés de manera convencional, sentados y memorizando vocabulario por repeticiones por dos meses. El otro grupo complementó las clases con ejercicio. Los estudiantes se ejercitaron en bicicletas fijas a un ritmo tranquilo (casi el 60% de su capacidad aeróbica máxima), empezando 20 minutos antes del inicio de las lecciones y siguiendo con la rutina aeróbica los 15 minutos de clase. En ambos casos, los integrantes aprendieron vocabulario nuevo viendo aproximadamente 40 palabras proyectadas en grandes pantallas, junto con fotos ilustrativas. Más tarde, los estudiantes descansaron brevemente antes de responder a un cuestionario de vocabulario, respondieron oraciones utilizando las palabras nuevas y marcaron si las oraciones eran correctas o si no tenían sentido. Al final de cada lección, los que se habían subido a las bicicletas tuvieron un mejor desempeño en las pruebas que quienes estuvieron sentados. Además, a diferencia de los estudiantes sedentarios, se hicieron más competentes al momento de reconocer oraciones (aunque esa diferencia no surgió hasta que pasaron varias semanas de clases). Además, la mejora en el vocabulario y la comprensión duró más en los que se ejercitaron. Cuando los investigadores les pidieron a los estudiantes que regresaran al laboratorio para realizar una ronda final de pruebas un mes después de las lecciones, los ciclistas recordaron más palabras y las entendieron en el contexto de oraciones de una forma más precisa que quienes no habían realizado actividades físicas. Simone Sulpizio, coautora del estudio y profesora de psicología y lingüística en la Universidad Vita-Salute San Raffaele (Italia) señala que “los resultados sugieren que el aprendizaje mejora cuando se combina con la actividad física. Los beneficios van más allá de simplemente la ayuda a la memorización, porque la actividad física también mejoró la habilidad de los estudiantes de utilizar esas nuevas palabras aprendidas”. Si bien los resultados coinciden con investigaciones previas sobre los efectos del ejercicio en la plasticidad del cerebro, todavía queda poco claro el tipo de ejercicio necesario para lograr un mejor impacto o qué es puntualmente lo que sucede en el cerebro. La científica afirma que “los estudios anteriores demostraron que el ejercicio detona la liberación de varios neuroquímicos en el cerebro que aumentan el número de células cerebrales y las conexiones entre las neuronas”. Estos efectos mejoran la plasticidad del cerebro y aumentan la habilidad de aprender. Sin embargo, las implicaciones del estudio todavía podrían parecer poco prácticas, ya que no hay espacios preparados para llevar a cabo una actividad académica y física simultáneamente. Pero, según Sulpizio, esto no es necesario: “No estamos sugiriendo que las escuelas o profesores compren montones de bicicletas. Una conclusión más sencilla es que las clases deberían contemplar alguna actividad física. Sentarse durante horas sin moverse no es la mejor forma de aprender”. Para acceder al estudio (en inglés), pinche aquí. Munideporte.com
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