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Boni Teruelo, gestor del deporte y exvicepresidente de FAGDE

06/05/2020

Resistiremos

Resistiremos La irrupción del COVID-19 ha ocasionado un estropicio de dimensiones colosales. La crisis sanitaria ha estado a punto de colapsar el propio sistema de salud. Lo peor, sin duda, es la pérdida de tantas vidas. Es de esperar que se superará, con muchas dificultades, pero en un plazo razonable se superará. Gracias a quienes se han dejado la piel.

La situación socio económica generada, igualmente, será muy grave como consecuencia de haber tenido que modificar radicalmente los comportamientos personales, sociales, el funcionamiento de la industria de todo tipo, etc. Todo ello tendrá unas consecuencias económicas que, aún hoy, son difíciles de prever, pero sin duda resultarán de una extraordinaria gravedad para las personas, para las empresas y para el país.

La situación ha golpeado también duramente a la industria del ocio, y la del deporte en concreto, no es una excepción. Los medios de comunicación han puesto el altavoz a las suspensiones de las competiciones nacionales e internacionales, incluidos los aplazados JJOO de Tokio 2020.

A otro nivel, menos mediático, pero igualmente importante, este confinamiento de la población implicará consecuencias muy negativas también para el sector del deporte para todos focalizado en la industria del gimnasio y del fitness. Es aquí donde centraremos la reflexión que a continuación se plantea.

En este microcosmos, el del deporte para todas las personas, el del ejercicio físico con fines de salud o recreativos, el de los gimnasios de todo tipo (incluidos los privados y los públicos con gestión directa o indirecta) los efectos del virus y las medidas que las administraciones se ha visto obligadas a adoptar, han tenido unas consecuencias devastadoras. Ha multiplicado por cero la máxima inscripción histórica en los gimnasios: el mes de marzo de 2020, que tan prometedor comenzaba (el dato de febrero de 2020 fue un 7% más que febrero 2019), por los antedichos efectos provocados por el virus, ha convertido al mes de abril en nada: inscripción cero. Todos los usuarios tienen su inscripción suspendida hasta nueva orden y, en consecuencia, también la facturación. Quizá esto sea lo más llamativo, pero no es lo único importante que ha acontecido en tan vertiginosos días hasta generar un escenario desconocido y tan convulso.

Las preguntas que todos nos hacemos ahora son muchas, pero dos fundamentales: Cuándo y cómo saldremos de este escenario tan adverso. Y no podemos engañarnos: Lentamente y dejando muchos pelos en la gatera.

Pero este es un sector bien armado, con sus fortalezas, con su saber hacer, con su espíritu de lucha, con sus competencias. Y el deporte, un producto maravilloso de enorme valor transversal y de una importancia creciente.

Sin tener una bola de cristal que no tenemos, o ser adivinos, que tampoco lo somos, podemos adelantar algunas sugerencias que quizás permitan cierto grado de previsión, aunque sea necesario ir corrigiéndolas día a día, semana a semana.

Una posibilidad, quizá la más optimista, es que la reapertura de los centros deportivos se autorice de una manera gradual a partir del mes de junio. Si esto fuera así, la experiencia demuestra que se trata de unos meses, -junio y julio-, en los que las inscripciones se suelen comportar con una baja progresiva hasta tocar suelo en agosto y comenzar a repuntar en septiembre, con un fuerte crecimiento en octubre para alcanzar la plenitud en noviembre. Las circunstancias actuales nos obligan a pensar que esa curva descrita será más baja, mucho más baja, que en años normales. Y que la plenitud quizá también esté muy rebajada y se alcance más tarde. Cuestiones claves que dependerán de la combinación de varios factores todos ellos íntimamente interrelacionados, entre los que destacamos tres:

El comportamiento del consumidor (los usuarios anteriores y los nuevos usuarios potenciales). Es probable que este comportamiento sea diverso y no todos los segmentos del mercado se comporten igual.

El “miedo escénico” a la vuelta de los usuarios a los centros deportivos, y, sobre todo, a sus espacios comunes más intensamente ocupados (vestuarios, salas de clases colectivas, …) donde puedan concentrase un gran número de personas, será determinante para algunas personas, para aquellas más aprehensivas, y se retraigan. Otras, antes pasivas, habrán descubierto nuevas formas caseras de hacer deporte y sigan con rutinas on line de una u otra manera. Quizá algunos centros deportivos encuentren alguna oportunidad de negocio potenciando esta forma de prestación de servicios.

No obstante, es probable que la mayoría de la población se tire a la calle por las ganas que tiene de salir de casa, de relacionarse. Quizá se produzca un efecto favorable y adquiera mayor importancia aún la capacidad de atracción que tiene los gimnasios para favorecer las relaciones sociales, como espacios de encuentro con otros, con el profesorado, con el grupo, con el club. Ya no solo por compensar, en sentido clásico, el tiempo de trabajo, sino del teletrabajo que se habrá potenciado.

El fenómeno creciente de la práctica deportiva out door se verá sin duda incrementado en todas sus expresiones: en la ciudad y en la naturaleza.

La práctica deportiva, la actividad y el ejercicio físico no es sólo una opción personal y un derecho ciudadano, que sin duda lo sigue siendo; es, y cada día más, una necesidad básica de cada individuo y de toda la sociedad en conjunto, como ha quedado acreditado en este periodo de confinamiento en nuestros hogares.

No olvidemos que, como algunas encuestas nos ponen de relieve, 8 de cada 10 personas se interesa mucho o bastante por el deporte, a más de 9 de cada 10 les gustaría que sus hijos/as lo practicaran y la misma proporción opina que el deporte debe ocupar una posición muy o bastante importante en la vida del país.

Esta crisis sin precedentes, por múltiples razones, reducirá la renta disponible de muchas personas, usuarias y no usuarias. Aunque bien es cierto que el fitness, en general, es barato y accesible y por ello quizá no afecte tanto ni a todos los centros en la recuperación de su inscripción.

Las empresas del sector saben superar las dificultades. La experiencia de la crisis financiera de 2008 nos enseña que los centros deportivos, los gimnasios, la superaron razonablemente bien, con crecimientos anuales modestos, pero sostenidos. La crisis del IVA, septiembre de 2012, cuando subió al 21%, el sector también la superó relativamente bien, con bajas, pero en conjunto bien. Quizá por aquí, ahora, encontremos una oportunidad, aunque creo que con poco recorrido, para reivindicar que lo vuelvan a situar en el 10%, como ya ha sucedido en la inmensa mayoría de los sectores a los que también les subieron el tipo entonces. Este diferencial podría aplicarse en tres direcciones: a) mejorar las condiciones retributivas del personal operativo de los centros, especialmente el deportivo (monitores), b) aumentar la rentabilidad de las empresas operadoras en momentos de crisis, y c) reducir, en los casos que proceda, los precios de los servicios como palanca comercial transitoria.

El deporte puede, si se le ayuda un poco, volver a contribuir de forma significativa a la creación de riqueza y al crecimiento económico, a la innovación y a la creación de empleo en España, en Europa y en el mundo.

- La gestión de las entidades y empresas del deporte. Es aquí donde los gestores públicos y privados pueden aportar más para construir un futuro mejor. Aplicando las fortalezas, que se tienen. Aprovechando las oportunidades, que las hay y las habrá.
La mejora de la gestión que las circunstancias exigen vendrá determinada por las cuatro claves de siempre: la planificación estratégica, la arquitectura de las organizaciones y de los servicios, la comunicación y el marketing y la gobernanza y el control.

Será preciso revisar y mejorar si cabe, la propuesta de valor de los servicios deportivos, la tangibilidad de los beneficios que estos reportan para la sociedad, las empresas y para los individuos, enfatizar más las actividades claves de la oferta y potenciar las alianzas estratégicas que nos hagan más fuertes -entre el espacio público y el espacio privado, radica el bien común-, serán orientaciones generales útiles si se personalizan y adecuan a cada centro o cadena.

Para recuperar, y si fuera posible mejorar, los resultados hay que ensayar soluciones diferentes. Ahora más que nunca se precisa innovar en la gestión para adaptarse a una nueva era, a este nuevo y desconocido entorno generado por el COVID-19. La innovación exige ingenio y, sobre todo, trabajo: será el resultado de una reflexión estratégica basada en el análisis objetivo de esta situación tan compleja, tomar las decisiones más adecuadas, responsables y oportunas, y ejecutarlas de manera eficiente.

Ahora más que nunca, hay que poner a las personas de las organizaciones, a todas las personas de las empresas, desde las que componen los órganos de gobierno, a las de dirección hasta las que prestan directamente y en primera línea los servicios a los usuarios, en el centro de la estrategia empresarial para salir de esta crisis. Son las personas las que nos sacarán de esta situación y no se podrá seguir considerando a muchas de ellas un recurso productivo como otro cualquiera, que se emplea a conveniencia y, en muchos casos, no se valora lo suficiente, se explota o se precariza. Las empresas tendrán que alinearse, de veras, con una economía social de mercado para asegurar una salida de la crisis y crecer con equidad.

Y una última consideración que engloba los tres factores anteriores: existe una gran oportunidad. Seguramente nunca se había producido una campaña -informal, eso sí-, de promoción de semejantes dimensiones a favor de la actividad físico-deportiva, poniendo de relieve la indispensabilidad de estar todos activos, en todas las circunstancias y de todas las formas posibles.

Desde infinidad de instituciones, entidades, organizaciones y empresas, por todos los canales imaginables incluidos los mass media se ha lanzado el mensaje "muévete" junto al "quédate en casa" que ha generado el movimiento #yomemuevoencasa.

Y lo que es más importante aún. Se ha vinculado de manera muy estrecha la práctica deportiva con la salud en un momento de especial sensibilidad social: cuando la salud está en el primer plano de las emociones y de las preocupaciones de las personas, de todas las personas. Ha adquirido actualidad y mayor importancia la Resolución del Parlamento Europeo, de 2 de febrero de 2012, sobre la dimensión europea en el deporte cuando en el apartado M) afirma que "el deporte es determinante para la salud en la sociedad moderna", y añado, incluso para la sociedad post-coronavirus. Sugerimos complementar esa campaña informal con otra formal de promoción de la práctica deportiva a escala nacional, liderada por el Consejo Superior del Deporte o, si no está para esto, por el Ministerio de Sanidad.

Tengamos presente que un problema no es más que una oportunidad mal resuelta. Resistiremos. Este problema se puede resolver. Se resolverá bien.

Boni Teruelo, gestor del deporte y exvicepresidente de FAGDE

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